Las espigas son las vainas que recubren las semillas de los cereales, que tienen forma alargada y acaban en punta. El problema aparece cuando se clavan en cualquier lugar de nuestros peludos y no podemos detectarlas, ya que algunas son tan finas que no se pueden ver a simple vista.

Precaución, fundamental en verano

Cuando las hierbas comienzan a secarse y a amarillear, empiezan los problemas con las espigas, ya que estas se pueden soltar más fácilmente con cualquier roce. La mejor manera de evitar que nuestro perro se pinche con alguna es la más simple: evitando los lugares donde hay hierba muy crecida y con espigas.

Sin embargo, a veces, por el lugar de residencia, es imposible pasear al perro en un lugar libre de espigas, así que debemos tomar otras medidas. A los perros se les puede pegar una espiga en cualquier lugar del cuerpo, debido al pelaje y a que tienen tendencia a meterse entre las hierbas, lo que hace que la espiga se introduzca cada vez más y le llegue a la piel. Para evitar esto, podemos cortar el pelo a nuestro perro cuando llegue la primavera, de manera que las espigas que se le peguen sean visibles a simple vista.

Después de un paseo por el campo conviene cepillar y revisar el cuerpo de nuestro perro. En las zonas que más se suelen clavar las espigas es en las almohadillas o entre los dedos. Este caso veremos al perro cojeando y lamiéndose las almohadillas.

Si vemos alguna podemos extraerla con unas pinzas para evitar romperla y después aplicarle un spray o una crema calmante para que no sienta picor y no se rasque o se lama, de lo contrario podría inflamarse la zona.

Si no vemos la espiga o se nos rompe al intentar sacarla podría meterse completamente bajo la piel y provocar un granuloma por cuerpo extraño. En este caso veríamos la zona roja, inflamada que se puede llegar a infectar y supurar. Deberíamos llevar al perro al veterinario para que le extraiga la espiga mediante un cirugía simple y le desinfecte la herida.

Quitar las espigas de los orificios

A veces las espigas se clavan en los sitios más insospechados, llegando incluso a meterse por los ojos, la nariz o los oídos. En estos casos llevaremos al perro al veterinario para que se la extraigan de manera segura, ya que si lo intentamos nosotros podríamos introducirla aún más y empeorar la situación.

  • Ojos: si la espiga se mete detrás del párpado provocará un gran dolor e inflamación del mismo, llegando a dañar la córnea y produciendo una úlcera. Si no se trata con rapidez, el perro puede llegar a quedarse ciego, por lo que tendremos que ir urgentemente al veterinario para que la saque con colirios y anestésicos.
  • Nariz: si la espiga se mete en la nariz el perro empezará a estornudar sin parar, llegando incluso a sangrar. Empezará a darse en el hocico con la pata insistentemente para intentar sacársela. En ocasiones sale con la fuerza de algún estornudo, pero si no es así, tendremos que ir al veterinario.
  • Oído: los perros de orejas largas y caídas suelen tener muchos problemas con las espigas en esta zona. La espiga se introduce en el oído y provoca un gran dolor. El perro sacudirá la cabeza constantemente y la ladeará hacia el lado que le duele, como si tuviera otitis. Si la espiga perfora el tímpano puede provocar daños irreparables, como es la sordera en el perro, así que lo llevaremos inmediatamente al veterinario para que se la extraiga con unas pinzas especiales.